Yacimiento Torres de Padín

Yacimiento Torres de Padín

Relevancia: Nacional

Yacimiento Torres de Padín

Clasificación: Inmueble


Descripción

Descripción General

El promontorio denominado Torres de Padín está ubicado en la parroquia de Teis, en Vigo, en el límite con la parroquia de Chapela, en Redondela. Está ubicado a 109 metros sobre el nivel del mar, en la salida de la autopista AP-9 en Teis. Su asentamiento es uno de los cinco castros litorales de Vigo y mantuvo poblaciones estables durante la época castreño-romana y la Edad Media.
En el promontorio de Torres de Padín se han encontrado fragmentos cerámicos ibero-púnicos semejantes a los encontrados en los asentamientos de la isla de Toralla y la Punta do Muíño, en Alcabre. Al igual que en los castros de Punta do Muíño y la isla de Toralla, se han documentado materiales de importación del mundo púnico, con dataciones del siglo IV a. C., como restos de vasijas y de ánforas gaditanas y algunas cerámicas comunes originarias del área del Estrecho de Gibraltar.
Su dominio de la ría y la zona de paso por los territorios de la costa hacia Redondela hacen que sea un asentamiento muy importante desde el punto de vista estratégico, aunque actualmente está muy degradado.

Descripción Especializada

Al igual que otras islas de esta costa atlántica, las Ons pudieron pertenecer a las famosas Casitérides griegas, pero la ausencia en las islas del metal al que se refiere este topónimo, el estaño, indica que únicamente pudieron ser base para su comercio.
La audacia de los marinos fenicios les impulsó a emprender rutas hasta lugares alejados y desconocidos. Llegaron a ser tan buenos navegantes que en numerosas ocasiones otros pueblos, como los egipcios, solicitaron sus servicios.
A fines del milenio II a. C., disponían ya de los conocimientos técnicos suficientes y de los materiales necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias. Construían sus naves con la preciada madera de los cedros y cipreses de los bosques libaneses. Una vez ensambladas las embarcaciones, las calafateaban con betún, una extraordinaria innovación que garantizaba su impermeabilidad. Poseían dos tipos de barcos: los de guerra, a los que incorporaron un invento que en su momento fue revolucionario, el espolón, con el que podían embestir a las naves enemigas; y los de carga, más anchos y lentos, pero con mayor capacidad.
Los fenicios practicaban por igual la navegación de cabotaje –siguiendo por el día el curso de las costas para desembarcar al anochecer en una ensenada protegida donde pasar la noche- y la de altura. En este último caso se guiaban por las estrellas de noche. Aprendieron a navegar también empleando como referencia la Osa Menor, lo cual hacía innecesario recalar en un lugar protegido para pasar la noche. De este modo podían alejarse de las costas, navegando a mar abierto, y cubrir grandes distancias en poco tiempo. Sus barcos transportaban plata, hierro, estaño y plomo de la península Ibérica, lino de Egipto, cobre de Chipre y toda clase de productos manufacturados griegos y egipcios.
La navegación por la costa portuguesa era mucho más complicada y penosa que navegar en aguas del Mediterráneo. De marzo a noviembre, los barcos debían enfrentarse a los vientos de los cuadrantes norte y noroeste, y de diciembre a febrero, la nubosidad impedía la navegación nocturna, y el mar estaba agitado incluso en verano y la debilidad de las corrientes tampoco ayudaba. Así, la ruta hacia Galicia solo se podía hacer contra el viento y con bordas altas o con naves poco cargadas. Las velas eran redondas e imposibilitaban desplazarse en diagonal, por lo que la navegación debía hacerse con remos y se hacía necesario el cabotaje.
Hay evidencias arqueológicas de la navegación fenicia en las Rías Baixas ya en el siglo I a. C., como el ejemplar de ancla mediterránea hallado en la Ría de Vigo y los petroglifos con representaciones fenicias situados en lugares estratégicos con buen dominio visual de la costa: A Laxe de Auga dos Cebros en Pedornes, Santa María de Oia (Pontevedra). Uno de ellos se ha identificado con un hippoi fenicio, barcos pequeños de borda baja y bajo tonelaje con proas y popas en forma de caballo e impulsados por remos, mencionados por Estrabón en su “Geografía”.
Tipos de barcos
En un principio, los barcos eran birretes (dos líneas de remos), que se ampliaron a partir del siglo VI a. C: trirremes (tres niveles de bancos de remos a cada lado del barco), tetrarremes (cuatro) y quinquirremes (cinco).
Los fenicios usaban dos tipos de barcos. Las naves de guerra, alargadas y dotadas de un espolón de proa, y los grandes cargueros redondos, de uso mercantil. También empleaban embarcaciones menores, de uno o dos remeros, con el mascarón de proa en forma de caballo.
El barco mercante era panzudo, por lo que en griego se denominaba gaulós (bañera). Podrían alcanzar hasta los 20-30 metros de eslora y los 6-7 m. de maga, con un calado de 1,5 m. Su casco estaba impermeabilizado con pez y tenía dibujados dos ojos. Se dirigía con timones colocados a popa. Como propulsión auxiliar llevaba remos –entre 18 y 20-, que permitían maniobrar con rapidez en caso de que no hubiese viento, aunque el impulso fundamental lo facilitaba la corriente de aire sobre una gran vela cuadrada colocada en un mástil central. Los pocos remeros pueden tener relación con la necesidad de disponer de bodega libre para llevar la máxima carga posible. Su capacidad oscilaba entre 100 y 500 toneladas y su velocidad, con viento favorable, en torno a los cinco nudos. Para preservarla de maleficios, llevaba alguna figura, como el caballo. La popa solía ser de perfil redondeado y terminaba en forma de viruta o cola de pescado. En esta parte se encontraban los remos usados como timón.
El barco de guerra tenía dos pisos. En la parte inferior llevaba hasta 50 remeros sentados en bancas y en el borde del piso superior, colgaban los escudos de los guerreros. También llevaban mástil con velas. El espolón de proa, en forma de reja de arado, servía para defenderse de los obstáculos y para embestir otros barcos. La poa tenía forma de cola de pez.

Descripción Educativa

El castro localizado en la parroquia de Teis, denominado Torres de Padín, está situado en un promontorio; es decir, en un monte de poca altura. El yacimiento es uno de los cinco castros de la ciudad viguesa.
La localización de este asentamiento es estratégica, pues se ubica en la entrada de Vigo, a 109 metros sobre el nivel del mar y hace de zona de paso hacia Redondela.
El Yacimiento Torres de Padín fue ocupado en diferentes ocasiones. En principio, a finales de la etapa de la Prehistoria, la Edad de Bronce (800-600 a.C.). Muestra de ellos son un machado de bronce, restos de cerámicas, un colgante y un trozo de un arma. Más tarde, fue ocupado en época castreña (II a.C.- I d.C.). Esta se fusiona con la romana dando lugar a la conocida cultura galaico-romana. Cuando hablamos de Castros nos referimos a un poblado fortificado de piedra cuyas casas solían ser circulares y los techos los hacían empleando ramas, barro y varas. De esta era se han encontrado restos cerámicos como vasijas y ánforas. Esto ratifica la existencia del comercio en la época con el resto de la Península y con el Mediterráneo. Además, en la época medieval (XIV-XV) se construyó un recinto amurallado y una torre que, posteriormente, fue destruido por los Irmandiños (XV).

Galería


Datos Generales

Eco-Destino

ES_ GALICIA_Ría de Vigo

Puerto / Fondeo / Playa

sin datos del puerto

Localización

Redondela  (Pontevedra)
España

Coordenadas GPS

  • Latitud: 42.25860300
  • Longitud: -8.67746600
  • Servicios y Entorno

    Entorno

    Rural

    Servicios

    Datos de la Visita

    Visitable

    No

    Interpretable

    No

    Horarios

    sin información

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